Y rotos ya los ventanales,
¿qué nos queda de ternura?
Sólo esotéricos susurros
de una noche perfumada.
Entre tiempos y retratos
viven huérfanos de alma,
soñadores de abandonos,
creadores de venganzas.
Van andando con cuidado,
tras los muros de un engaño.
Con las manos ensuciadas
y los ojos encharcados.
¿Oyes sus lamentos?
Escucha, escucha.