divendres, 5 de setembre del 2008

Tragicomedia

Me leías un poema al oído, tan suave que nadie más lo podía oír. Me estremecía con cada coma, con cada punto y a parte, con cada susurro de tus labios en mi tímpano.
Y el poema decía así:

“El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos techos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.”

Escogiste mi poeta favorito para hacerme llorar hasta reventar. Te bebiste mis lágrimas y acariciaste mis labios con tu lengua. Tú tan frívolo, tan sereno, y yo al borde de la desesperación. Hacía tanto calor que creía que explotaría en cualquier momento, salpicando las paredes de aquella triste habitación.

Esa noche llegamos al límite de la pasión y fue la noche más trágica de todas.